La decisión de someterse a una cirugía plástica debe ser evaluada con serenidad y objetividad, conociendo los pro y las contras, las posibilidades reales del procedimiento y los resultados esperables, desechando las metas fantasiosas y las terapéuticas mágicas. Si damos el justo valor al procedimiento quirúrgico que estamos por encarar, si nos preparamos para estar en las mejores condiciones físicas y mentales posibles y nos predisponemos a ingresar al quirófano con confianza y con una actitud positiva; seguramente los resultados serán los buscados y todos estaremos felices.